Había una vez un árbol tan noble y generoso que venció el paso del tiempo.
Aunque esta introducción parezca el inicio de un cuento fantástico, hablamos de un hecho tan real como difícil de asimilar: un olivo que atestiguó la organización de las civilizaciones antiguas, las creaciones y caídas de los grandes imperios, los conflictos sociales, las transformaciones culturales, científicas y tecnológicas, incluso los misterios jamás resueltos desde que la historia de la humanidad comenzó a escribirse.
Se trata del olivo de Vouves, ubicado en la isla griega de Creta. Según varios estudios realizados por científicos de la Universidad de Creta, se calcula que este olivo tiene entre 2.000 y 4.000 años de antigüedad, ¡y sigue dando frutos!
Este ancestral ejemplar es considerado un monumento natural protegido por la Asociación de Municipios Cretenses del Olivo. Además, debido al interés turístico, se inauguró en el año 2009 el Museo del Olivo de Vouves, en una casa del siglo XIX, donde se muestra el proceso tradicional del cultivo y las herramientas que utilizan para la fabricación del aceite. Alrededor del árbol, también se encuentran dos cementerios del período geométrico (etapa arqueológica de Grecia que comprende desde el 900 hasta el 700 a.C.), indicadores que respaldan la edad estimada del olivo.
Apreciados tanto para la alimentación como para la medicina, el deporte e incluso ceremonias políticas y religiosas, los olivos acompañan a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Sin duda, este anciano de Vouves nos recuerda lo trascendente de esa amistad, pero sobre todo, lo inmensa y sabia que es la naturaleza.
